empezamos con la idea de un día juntas
que podía volverse infinito, aspiradas en
la lógica adicción del humo de té.
Un nudo conveniente de mentes felices.
Suena imposible pero a veces no.
Tengo el alma por el piso y la presión baja,
mis ánimos automáticamente se levantan:
una a una vamos llegando,
sentándonos a la mesa, cada quien aporta
los sabores de su humor.
Abandonamos el filtro y desatamos
el jengibre, la canela, el cardamomo,
formamos pirámides negras que hacen reir a los niños.
Acá adentro se respeta a rajatabla
el ritmo de la tribu y hacemos de la crianza
un concreto en plural.
El colador drena lo malo; nadie está en su casa.
Por primera vez, viajar te alivia
el equipaje emocional.
Alguien tiene una idea: -pidamos cantidades
para regimiento-
sobran platos, sumensé
maquinemos una excusa
para reir, repetir,
engordar, quedarnos.