viernes, 19 de marzo de 2010

en una casa de muñecas, cuando barrés, el 80 por ciento de la basura es purpurina

miércoles, 17 de marzo de 2010

Inspiradas por el afán de tenerlo todo en un puño

¿Está mal querer unirse cada vez a más gente?


Ella un día me vio en sus brazos pero no supo que yo lo hacía por ella. Él iba a ser perfecto, a completar su vida. Mi misión fue acercarlos, dar a luz ese lazo.
Ella es el arco iris. Y si estoy triste es porque le pregunté si iba a volver a quererme un día como antes y obtuve un sí pero un poco indiferente un poco mirando para adelante cuando yo estaba al costado.
Sé que me perdonó como se perdona una infidelidad. Nunca va a volver a ser lo mismo. Nacieron de repente un puñado de nuevas reglas. Ahora sobre la base de nuestro amor sincero hay un maldito tabú: él para siempre en el medio.
Poco a poco pasó a ocupar gran parte en nuestras nubes de pensamiento diarias y hasta se hizo al fin rey en el condado de nuestra vida doméstica. Ella llegó incluso a tenerle adoración desmedida. Y comenzamos así, sin
darnos cuenta, una vida renovada y feliz en torno a él.
Ella en el fondo me lo agradece, lo sabemos juntas, el hecho de haberlo traído hasta nos. Pero también es evidente lo mucho que me culpa ( ya no estamos solas) y todo lo que los cambios...

¿Hay un límite apropiado en el reglamento de toda fábrica de amor?
Yo no sé, yo quiero ser la dueña de todos los colores pero antes quiero que pase un tiempo: que ella un día venga y sin querer me perdone.